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martes, 20 de marzo de 2012

MIEDO A LA OSCURIDAD

El miedo es una reacción de protección del organismo para huir de las situaciones que se entienden como peligrosas. Uno de los miedos más vividos y sufridos por los niños, principalmente entre los 3 y 8 años de edad, es el temor a la oscuridad. No se conocen las causas, pero todo puede estar relacionado al conocimiento propio del desarrollo infantil. El miedo a la oscuridad puede nacer después de que el niño haya escuchado algún cuento, visto una película u hojeado algún libro. Una imagen, una experiencia o simplemente la imaginación, puede despertar el miedo a la oscuridad en los niños. Otro motivo que puede causar miedo a los niños es un cambio de casa. La nueva habitación puede despertar su imaginación hacia lo desconocido.

El miedo a la oscuridad, normalmente, aparece a la hora de dormir. Cuando un niño pide a sus padres que no le apaguen la luz, puede estar queriendo alargar su día y también desear no tener miedo de estar en la oscuridad.


¿Por qué les asusta la oscuridad?



Los niños suelen relacionar la oscuridad con la soledad y el desamparo. También, la poca visión hace volar la imaginación y sospechar que la oscuridad esconde a personas desconocidas o monstruos debajo de su cama, dentro de su armario o detrás de las cortinas de su habitación. Un simple ruido puede representar una nueva amenaza, que viene de algún fantasma o de otra criatura de su imaginación.
En muchos casos, la oscuridad representa el fin del día, el término de las actividades y de los juegos. Cuando llega la oscuridad, los padres se van y ya no se puede leer ni jugar, ni hacer nada divertido. En ese caso, no se trata de miedo y sí de inquietud por lo que ya no puede hacer, por la impotencia.


Soluciones contra el miedo a la oscuridad



Cuando los padres identifican que el rechazo de su hijo está relacionado al fin de las actividades, porque lo que quiere es seguir jugando y estar con sus padres, no existe otro remedio que ser firmes. Es la hora de irse a la cama y despedirse con un beso. El niño acabará aprendiendo que sus excusas no funcionan y se dormirá.

En el caso de que los padres valoren que su hijo tiene miedo y está muy asustado, no se debe menospreciar la situación. En este caso, se debe hablar con el niño, demostrarle cariño y comprensión. Conviene prestarle un poco más de atención, contarle un cuento alegre y positivo o charlar sobre las experiencias del día. Le ayudará a distraerse hasta que concilie el sueño. Las pequeñas luces en los enchufes de las paredes o las lámparas de luz tenue son una buena solución para que el niño no esté en total oscuridad y suele dar buenos resultados. Otra alternativa es regalar al niño un muñeco o un peluche que le haga compañía o que necesite de su cuidado, pues le ayudará a sentirse más arropado. Para que el niño se sienta más seguro, no cierres las puertas de las habitaciones o deja alguna luz encendida como la de un pasillo, por ejemplo.


Juegos en la oscuridad contra el miedo





Algunos expertos en temas de sueño recomiendan jugar en la oscuridad durante el día, con las persianas de la habitación bajadas. De esta forma, se desmitifica la oscuridad como tal y el niño se familiariza con la ausencia de luz. Esta actividad permite al niño disfrutar con juegos como las sombras de los dedos en la pared, la búsqueda de cosas escondidas o las adivinanzas sobre lo que está tocando y no ve. Inventar secretos para acabar con los monstruos también ayuda al niño a dominar el miedo a la oscuridad.

Otra sugerencia sería tranquilizar al niño antes de que se vaya a la cama. Un cuento, una ducha, una canción o una música tranquila pueden ayudar a que se relaje. A los niños les encanta el masaje también. Nada más favorable y relajante.

Solamente en los casos más graves, cuando el miedo ya impide que el niño duerma las horas necesarias para su bienestar o cuando no funcionen ninguna de las alternativas mencionadas, es recomendable la ayuda y la orientación de un psicólogo.




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