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Una tortuga, cansada de ir con la casa a cuestas, la dejó detrás de un matorral y así pudo caminar más ligera.
De repente, estalló una tormenta. La lluvia empapó a la tortuga, que se lamentaba pensando lo bien que estaría en su casa.
Cuando pasó la tormenta regresó a su casita y desde entonces no volvió a separarse de ella por lento que fuera su caminar.
"Quien mucho corre pronto para"
Ediciones Susaeta.
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