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Una leona feroz, tenía la terrible costumbre de comerse todos los cachorros de sus vecinos. les decía a los padres, lanzando grandes rugidos:
-Podéis sentiros afortunados de que prefiera su carne a la vuestra.
La leona tuvo cachorros y estaba muy contenta, pero un día llegaron unos cazadores y, aprovechando una distracción de la leona, se llevaron todos sus cachorros.
Grande fue el dolor de la leona, que acudió a casa de sus vecinos buscando consuelo. Estos le hicieron poco caso, pues se acordaban de las fechorías que la leona había cometido con sus hijos.
"La desgracia puede tocarle a cualquiera"
Ediciones Susaeta
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