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A partir de los tres años pueden aflorar temores y miedos hacia cosas irreales. Es una etapa normal en su desarrollo y aunque nos pueda parecer que son temores sin causa aparente, también es cierto que pueden ser la consecuencia de tensiones o angustias internas.
Entre los tres y los cinco años los niños tienen miedos hacia cosas reales como pueden ser las lesiones, o la soledad. Pero también hay niños que sienten miedo hacia cosas que no parecen en un principio “malas” como puede ser la oscuridad, los monstruos o los fantasmas.
Estos miedos suelen ser producto de algún cuento, película o historia que han visto y que su mente y su imaginación han desarrollado en algo temible. Sin embargo también puede ser la voz de alarma ante una situación triste o desagradable que está viviendo el pequeño como podría ser el divorcio de sus padres, la pérdida de alguien querido o incluso la presión de unos padres demasiado exigentes o la representación del miedo hacia el castigo por parte de éstos.
Normalmente el miedo desaparece gradualmente y es posible que desaparezca por completo hacia los nueve años. Pero mientras persista es importante no reírse del pequeño ni ridiculizarlo. Hay que intentar ser comprensivos y saber escucharlos puesto que necesitan sentirse protegidos.
Ante estos miedos a seres irreales podemos intentar hacerles ver que no existen y ayudarles a afrontar su miedo poco a poco. Si tienen miedo a seres imaginarios podemos comprobar junto a ellos que no están (abrir armarios, cajones o mirar bajo la cama). También es cierto que para ellos por mucho que nos esforcemos en hacerles ver que no existen, son reales y lo viven como tal. Por eso, también podemos enseñarles algún truco espantamonstruos. Simplemente podemos decirles: “vamos a abrir las ventanas para que se vayan”, “con este conejito cuando duermes no aparecerán”, “si esparcimos este vaporizador se asustan y ya no vuelven” o “encenderemos una vela y cuando se consuma ya se habrán marchado”
Con este truco se sentirán confortados y al mismo tiempo comprendidos al ver que les tomamos en serio y que hemos buscado una solución a ese problema que para ellos es tan importante. En esta etapa de su desarrollo es probable que los miedos igual que desaparecen vuelvan a resurgir (incluso ante cosas diferentes) ante esto lo mejor son grandes dosis de amor, comprensión y serenidad.
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