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Hace mucho frío y Perrita se ha acatarrado; su madre no la deja salir del jardín a jugar. Está muy triste y pasa horas asomada a la ventana.
De pronto, algo llama su atención. Un gato pasa por delante tocando la guitarra y haciendo cabriolas. Perrita - que tiene los oídos taponados por el catarro - no oye nada, pero se divierte mucho. Pasando un rato, el gato se va. Perrita ya no está triste.
"Anima siempre a los que sufren"
Ediciones Susaeta
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