Aquella tarde, como todas las tardes a la misma hora, Iván miraba atentamente el escaparate de la tienda de antigüedades.
Allí estaba el reloj, a punto de dar las ocho con su pequeña campana.
-¡Ya están! ¡Ya salen!- pensó Iván cuando sonaron las primeras campanadas.
De las ventanitas del reloj empezaron a salir varios personajes que bailaban y giraban al compás de una música.
-¡Ahora saldrá el conejo!- dijo Iván que lo sabía de menoria-.¡Y ahora el pájaro! ¡Y después el enanito de la ventana de arriba!...pero...¿dónde está el enanito?
Iván comenzó a dar golpecitos en el cristal del escaparate.
-¿Y el enanito? ¿Por qué no ha salido?
El dueño de la tienda abrió la puerta y salió a la calle:
-¿Qué ocurre? ¿Quieres algo?
-¡El enanito del reloj no ha salido!
-¡Ah! ¡El enanito! ¡Se ha estropeado, su maquinaria no sirve y tendré que cambiarlo por otra figura!
-¿Y qué va a hacer con él?
-Pues...¡No sé! Estoy pensándolo - contestó el dueño mirando un perrito de juguete que llevaba Iván en las manos
-¿Me lo regala? ¡A mí me gusta mucho!
-¡Haremos algo mejor!- propuso el dueño de la tienda-.¡Te lo cambio por el perrito! le pondré una maquinaria y lo colocaré en su lugar.
Iván aceptó encantado. La casita del reloj tendría un nuevo huésped y él conservaría el enanito.
fuente: Cuentos en 1 minuto - SUSAETA.
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