La piel es como un abrigo: nos cubre todo el cuerpo y nos protege del frío y del calor. Tambien es una fantástica barrera contra los gérmenes más peligrosos.
Cuando nos hacemos una herida, la piel se rompe y debemos desinfectarla cuanto antes: de este modo, impedimos que los gérmenes entren a través de la piel y nos causen una infección.
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