Vamos a hacer una tarta entre mi hermano Luis, mi abuela y yo. La abuela se pone el delantal y da varias palmadas:
-¡Atención chicos! ¡Vamos a empezar!
-¡Cuando vuelva papá y mamá, tendrán una sorpresa!-dice Luis.
-¡Alex!- me dice la abuela-, tienes que romper los huevos y separar las claras de las yemas!
Yo le obedezco, pero los huevos no. Quiero agarrar las yemas y se me escurren de las manos.
-¡Luis! ¡Mezcla la harina con la azúcar!-dice la abuela de espaldas a nosotros, mientras pela unas manzanas.
A Luis se le acaba de caer el bote de harina sobre unas cerezas en almíbar y, al querer cogerlo, ha tirado las pasas al suelo.
-Ahora mezcláis con cuidado las yemas con el azúcar y la harina
-sigue diciendo la abuela.
Las claras de los huevos patinan por la mesa, mientras las yemas, como si fueran barcos, navegan por otro lado hasta caer sobre la cabeza de Rufo, nuestro perro. Yo agarro como puedo las yemas, quitando los pelos, y las lanzo hacia el cuenco, y van a la batidora.
Luis está bajo la mesa, recogiendo las pasas y limpiándolas con su jersey, cuando las claras comienzan a caer sobre su cabeza.
La abuela, que ya ha terminado de hacer rodajas las manzanas, se vuelve con una sonrisa radiante. Al vernos, lanza un grito, y se le cae la bandeja.
¡Pobre abuelita! Pronto se le pasó el susto y con su dinero hemos comprado una tarta.
-¡Atención chicos! ¡Vamos a empezar!
-¡Cuando vuelva papá y mamá, tendrán una sorpresa!-dice Luis.
-¡Alex!- me dice la abuela-, tienes que romper los huevos y separar las claras de las yemas!
Yo le obedezco, pero los huevos no. Quiero agarrar las yemas y se me escurren de las manos.
-¡Luis! ¡Mezcla la harina con la azúcar!-dice la abuela de espaldas a nosotros, mientras pela unas manzanas.
A Luis se le acaba de caer el bote de harina sobre unas cerezas en almíbar y, al querer cogerlo, ha tirado las pasas al suelo.
-Ahora mezcláis con cuidado las yemas con el azúcar y la harina
-sigue diciendo la abuela.
Las claras de los huevos patinan por la mesa, mientras las yemas, como si fueran barcos, navegan por otro lado hasta caer sobre la cabeza de Rufo, nuestro perro. Yo agarro como puedo las yemas, quitando los pelos, y las lanzo hacia el cuenco, y van a la batidora.
Luis está bajo la mesa, recogiendo las pasas y limpiándolas con su jersey, cuando las claras comienzan a caer sobre su cabeza.
La abuela, que ya ha terminado de hacer rodajas las manzanas, se vuelve con una sonrisa radiante. Al vernos, lanza un grito, y se le cae la bandeja.
¡Pobre abuelita! Pronto se le pasó el susto y con su dinero hemos comprado una tarta.
Cuentos en un minuto- SUSAETA
Bonita y simpática anécdota. ¡Felicitaciones!
ResponderEliminarBesos, hasta pronto.